El vidrio es calentado en un horno a 640° C aproximadamente, es decir entre e punto de ablandamiento y de recocido, lo que permite modificar su forma sin perder la integridad. La lamina se conforma por gravedad en un molde por medio de maquinas de plegado, para ser posteriormente plegado.
De este proceso se obtiene un vidrio curvo, cuyas formas varían según el molde que se utilice como patrón. En su composición se puede emplear vidrios incoloro o de color y en sus diferentes espesores.
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